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miércoles, 17 de diciembre de 2014

La UE tiene que tomar medidas serias contra los auténticos gorrones: los evasores de impuestos


 Owen Jones  
Revista Sin Permiso
 



El presidente de la Comisión europea, Jean-Claude Juncker, ha sido acusado de haber orquestado un régimen de evasión de impuestos en Luxemburgo, gracias al cual las grandes empresas conseguían robar sin consecuencias a la luz del día.

La evasión fiscal es un robo, independientemente de lo que diga cualquier piquito de oro del mundo empresarial. Las empresas dependen del esfuerzo de sus trabajadores creadores de riqueza: una mano de obra costosamente entrenada por un sistema de educación publico,  que mantiene sana un sistema de salud público, y cuyos bajos salarios son subsidiado por el Estado.

El sector privado depende de un sistema financiero rescatado, de infraestructuras pagadas por el estado, del apoyo público a la investigación y el desarrollo, y de un sistema de derecho y seguridad que le protege, así como a su propiedad.

Las empresas que dependen de la generosidad del Estado y sin embargo se niegan a contribuir son, bueno, gorrones. Se priva al Estado de ingresos cuando los políticos justifican los mayores recortes en varias generaciones sobre la base de que no hay suficiente dinero. Ganan una desventaja competitiva sobre las pequeñas empresas que no pueden pagar ejércitos de contables que saquen provecho de las lagunas fiscales. Se aseguran que el resto paguemos más impuestos. Como digo: un robo.

Por eso las acusaciones contra Jean-Claude Juncker, son tan graves. Esta acusado de estar hasta el cuello en uno de los mayores escándalos de nuestro tiempo. Es el ex primer ministro de Luxemburgo que es - sin faltar el respeto a sus habitantes - un paraíso fiscal glorificado. Margaret Hodge, la laborista que lleva a cabo una cruzada contra la evasión fiscal, exige con toda la razón saber si Juncker aprobó personalmente dichos esquemas. Como presidente de la Comisión europea, es ahora responsable de la negociación de medidas en la cumbre del G-20 para reprimir la evasión fiscal. Cuando el comisario europeo, Pierre Moscovici, dice que "no se le debe juzgar por su pasado", se ríe de todos nosotros. La complicidad potencial del burócrata de mayor nivel de Europa en lo que se refiere a la evasión fiscal a escala industrial ¿es de verdad irrelevante para el puesto que ocupa actualmente?

Todo este episodio pone de relieve hasta que punto no se puede dejar en manos de la derecha xenófoba y aislacionista la crítica de la UE. En su forma actual, la UE está demasiado manipulada por los intereses de las grandes empresas, como pone de manifiesto la amenaza del Acuerdo de Asociación de Comercio e Inversión Transatlántica (TTIP). Sus tratados ayudan a promover las políticas de privatización y el liberalismo más dogmático. A menos que sea reformada, la UE será incapaz de ganar la confianza de la gente en Gran Bretaña o en ningún otro lugar. Los europeos están muy mal servidos si un presidente al que nunca votaron es el títere de una élite empresarial desvergonzadamente egoísta.

Juncker no es el único, por supuesto,  que debe responder  a varias preguntas sobre la evasión de impuestos. Hoy, The Guardian revela que el laborismo ha recibido más de 600,000 libras esterlinas de ayudas a la investigación de Pricewaterhouse Coopers para diseñar su política fiscal. Pero PwC y las otras cuatro grandes empresas de consultoría contable no sólo ayudan a la evasión fiscal legal - ayudan asesorando a los políticos sobre legislación fiscal, ayudando potencialmente a las empresas a su vez a asesorar a sus clientes sobre la manera de sacar provecho de esas leyes. La concesión de asesoramiento gratuito a los políticos sólo ayuda a cimentar la influencia del mundo empresarial sobre los que - al menos en teoría - se supone que representan al pueblo.

Ambos casos ponen de relieve hasta qué punto los intereses empresariales han subvertido la democracia. La evasión fiscal sólo ha llegado a ser una prioridad en la agenda gracias a grupos de activistas valientes como UK Uncut, que han ocupado comercios y negocios evasores de impuestos. Hay una lección que aprender de ellos. Si hay que rescatar a la democracia de una elite cada vez más rica cuanto menos responsable es, será necesario un decidido empujón desde abajo.

Owen Jones, historiador y periodista, es autor de Chavs: La demonización de la clase obrera, (Capitán Swing, Madrid 2012). Su último libro es The Establishment, and how to get away with it, Allen Lane 2014

Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García

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